Israel recrudece sus ataques en Cisjordania mientras negocia una nueva prórroga de la tregua en Gaza | Internacional

El atisbo de paz que ha recuperado Gaza en los últimos seis días no solo no ha traído sosiego a Cisjordania, sino que ha coincidido con un recrudecimiento aún mayor de la violencia en ese territorio palestino ocupado, donde algunos de sus habitantes denuncian una guerra que no lleva ese nombre. Mientras, el canje de rehenes por presos prosigue. Este miércoles se espera que Hamás libere a otros 10 secuestrados a cambio de la excarcelación de 30 palestinos. Por la tarde, se ha confirmado la liberación de dos mujeres rusas, fuera del marco del intercambio entre los fundamentalistas e Israel.

Previamente, Hamás se había mostrado abierto a la posibilidad de ampliar otros cuatro días la tregua en la Franja, que expira el jueves a las siete de la mañana (una hora menos en horario peninsular español). En Cisjordania, una treintena de palestinos eran detenidos la madrugada del miércoles en Ramala, Jericó, Nablus y Yenín, explicó a este diario Abdallah Zgari, presidente de la ONG Club de Prisioneros Palestinos. Esa cifra supera la de los presos de Cisjordania y Jerusalén liberados el martes gracias al canje por rehenes en Gaza que acompaña a la tregua.

En Yenín, el ejército israelí ha ejecutado una gran incursión militar que ha durado más de 16 horas. La urbe ha sido declarada “zona militar cerrada” y el Ministerio de Sanidad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha denunciado el asesinato de dos niños en esa operación militar: Adam Saber al Ghouk, de ocho años, y Basil Suleiman Abu al Wafa, de 15, ambos por disparos del mismo francotirador. Un vídeo difundido por medios palestinos muestra las grabaciones de cámaras callejeras de Yenín en las que se ve cómo el primero de ellos es tiroteado. La agencia oficial palestina de prensa Wafa elevó la cifra de muertos en la incursión a cuatro, incluidos estos dos niños.

Mientras terminaba esta incursión militar en Yenín, en Gaza, una fuente de Hamás citada por la agencia France Presse ha asegurado que el movimiento fundamentalista palestino está “de acuerdo” en ampliar la tregua cuatro días más. Esta idea apunta no solo a que el grupo armado está logrando localizar a alguno más de los 159 rehenes que, según el Gobierno israelí, siguen en Gaza; también a que Israel y Hamás podrían empezar a intercambiar también a varones adultos, soldados o incluso a plantear la liberación de reos palestinos a cambio de la devolución de cadáveres de israelíes en poder de las milicias palestinas.

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Hasta ahora, entre los 66 rehenes israelíes liberados solo hay un hombre adulto: un varón con doble nacionalidad israelí y rusa. El resto son mujeres y menores, además de los 20 trabajadores asiáticos liberados en el enclave palestino fuera del marco del acuerdo entre Israel y Hamás. Israel ha excarcelado, por su parte, a 180 palestinos, también mujeres y niños, desde el viernes.

En ese mismo periodo, un número muy similar de palestinos han sido detenidos por Israel: 168, según Abdallah Zgari. El presidente del Club de Prisioneros palestinos denuncia que las autoridades israelíes siguen además arrestando a menores, como el niño de 12 años que, asegura, fue detenido el martes por la noche en Ramala, la capital de Cisjordania.

El diario egipcio Al Arabi Al Yadid ha informado este miércoles de que Hamás e Israel —con la mediación de Qatar, Egipto y de Estados Unidos— han llegado a un acuerdo para ampliar la tregua al menos dos días. Sin embargo, ninguno de los dos bandos lo ha confirmado oficialmente, más allá de las declaraciones de la fuente cercana a Hamás citada por France Presse.

Visita de Blinken

El jefe de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, William Burns —director de la CIA— se ha reunido de nuevo este miércoles en Doha con David Barnea, responsable del Mosad israelí, para analizar la nueva fase de la tregua, según una fuente citada por Reuters. En una rueda de prensa en Bruselas, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha declarado que “de cara a los próximos dos días”, su país se centrará en “hacer lo posible para prolongar la pausa, de modo que sigamos sacando a más rehenes y haciendo llegar más ayuda humanitaria [a Gaza]”. Blinken tiene previsto visitar Israel el jueves, por cuarta vez desde que empezó la guerra.

Ampliar la tregua más allá de esta semana parece indispensable para una paz algo más duradera, dado que un buen número de mujeres civiles y niños cautivos —65— en manos de las milicias palestinas ya han sido liberados y que Israel condiciona el cese de los combates a que cada día le sean entregados 10 nuevos rehenes.

El portavoz del Gobierno israelí, Eylon Levy, ha asegurado este miércoles que su país continuará “aumentando la presión militar para que Hamás libere a más rehenes en Gaza”. Reafirmaba así el argumento oficial israelí que soslaya el peligro que representan también para los secuestrados los bombardeos en la Franja, que han matado ya a casi 15.000 personas, según las autoridades sanitarias gazatíes. Las Brigadas Ezzedin al Qasam, el brazo armado de Hamás, han asegurado este miércoles que tres rehenes israelíes de la familia argentino-israelí Bibas han muerto en los bombardeos: el bebé de 10 meses Kfir Bibas, su hermano mayor, Ariel, de cuatro años, y la madre de ambos, Shiri. El portavoz militar israelí, Daniel Hagari, ha puesto más tarde en duda la veracidad de este anuncio.

La narrativa israelí asegura que seguir con la guerra llevará a Hamás a liberar a más secuestrados. El argumentario oficial israelí describe además esta tregua como “una pausa operacional” que permitirá preparar mejor las siguientes fases de un conflicto al que el Gobierno de Benjamín Netanyahu difícilmente puede renunciar.

El primer ministro se enfrenta, por un lado, a la presión de honrar su promesa de “acabar con Hamás”, un objetivo difícilmente alcanzable dado el doble carácter militar y político del movimiento religioso-nacionalista, la implantación de su infraestructura social y de beneficencia y la imposibilidad de destruir una ideología a cañonazos. Más allá de esa promesa, Netanyahu afronta la belicosidad del ala más ultraderechista de su Gobierno. Uno de sus representantes, el ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, advirtió el martes a su socio en X, antes Twitter, de que detener la guerra equivale a romper la coalición que permite al primer ministro gobernar.

Zona militar cerrada

Las armas han callado de momento en Gaza, pero no en Cisjordania, donde sus habitantes viven desde el 7 de octubre —el día del ataque de Hamás contra Israel en el que murieron 1.200 personas— en una constante escalada. Especialmente en algunas de las localidades consideradas por Israel feudos de la resistencia palestina, como Yenín, en el norte de Cisjordania, de unos 50.000 habitantes. De ellos, entre 11.000 y 14.000, según diversas fuentes palestinas, viven en un campo de refugiados cuya superficie no cubre ni medio kilómetro cuadrado.

La tarde del martes, un gran número de vehículos militares israelíes penetraron de nuevo en la ciudad y en ese campo, mientras francotiradores se apostaban en los tejados y los drones sobrevolaban los edificios, han explicado a este diario fuentes sanitarias que han pedido el anonimato. Luz Saavedra, coordinadora de Médicos sin Fronteras (MSF) en Yenín ―la única organización internacional que trabaja de forma permanente en el campo de refugiados y en la ciudad― ha hablado con EL PAÍS a través de una nota de audio. En ella, ha confirmado que los militares israelíes bloquearon la entrada al hospital público más grande de la urbe, el Jalil Suleimán, “con vehículos militares y con francotiradores” que impedían el acceso de los heridos a las urgencias del centro, a las que MSF ofrece apoyo.

“En esta ocasión, incluso vimos tropas de asalto cerca de la entrada de urgencias dentro del recinto del hospital”, un hecho de una “gravedad importante” que no se había visto “en anteriores incursiones”, ha denunciado Saavedra.

El doctor Wisam Bakr, director del hospital Jalil Suleiman, relataba a este diario, horas antes de la incursión en Yenín, que los soldados israelíes “desde el 7 de octubre no siguen ninguna regla”. No solo “impiden a heridos y pacientes acceder a atención médica” durante sus incursiones, sino que “detienen las ambulancias, las registran y se llevan a los heridos detenidos”. Los francotiradores disparan directamente al hospital, aseguraba este médico. Los ventanales de las escaleras del centro están plagados de enormes agujeros de bala, aparentemente de gran calibre dado su diámetro. Atacar hospitales, ambulancias y detener a personas heridas, incluso si se trata de combatientes —siempre que no representen ya un peligro—, puede constituir un crimen de guerra.

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By Alberto Ramos

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