Era una noche tranquila y Flick decidió no arriesgar el partido ante Osasuna, optando por reservar a su mejor equipo para la Champions. El técnico alemán alineó su once titular en Pamplona, dejando fuera un partido que, aunque pequeño, atrajo a una afición especial a Barcelona. Muchos aficionados suizos pasaron la noche en el hotel Nobu, disfrutando de la terraza y de la gastronomía local, sin preocuparse demasiado por el resultado, esperando la derrota. Este tipo de aficionado culto aprovecha la Champions para descubrir ciudades agradables y disfrutar de los últimos días cálidos antes de que llegue el frío y la lluvia.
En su primer partido en casa en la competición, Flick vistió una chaqueta elegante. El Young Boys juega muy a la defensiva, pero en el minuto 7 la ventaja del Barcelona se hace visible tras el gol de Lewandowski, tras el rebote de Raphina. Los suizos, con su juego y defensa promedio, casi no opusieron resistencia. Su terrible estilo de juego sugirió la necesidad de crear una Superliga, porque enfrentarse a rivales tan débiles no era bueno para nadie.
El partido rápidamente se convirtió en un monólogo para el Barça, que dominó el partido. Pese a la presión, algunos jugadores como Pedri y Ferran no supieron aprovechar sus ocasiones. Sin embargo, Raphinha marcó el segundo gol y poco después, Íñigo Martínez marcó el tercero con un impresionante salto.
La segunda mitad fue aburrida y el interés fue bajo. A pesar de las tensiones dentro del club, Frenkie De Jong fue recibido con una ovación. Lewandowski marcó el cuarto gol, ampliando aún más la ventaja. Con el partido controlado, el Barça se centraba en tocar el balón y disfrutar del partido mientras su rival parecía necesitar tiempo para seguir adelante.
Con el paso del tiempo, la inspiración se fue apagando y, aunque los jugadores intentaron destacar, la mediocridad de su oponente impidió cualquier emoción. Con los cambios en el equipo, Pau Víctor debutó y, como gesto de cortesía, el Young Boys marcó en propia meta, cerrando el partido sin sorpresas.