La carrera de Geert Wilders, líder holandés de extrema derecha, hacia la jefatura del próximo Gobierno de Países Bajos ha sufrido un frenazo inesperado. La retirada de las negociaciones para la formación de una coalición del partido Nuevo Contrato Social (NSC, en sus siglas en neerlandés), la fuerza de centroderecha que quedó en cuarta posición en las elecciones del 22 de noviembre, ha cerrado temporalmente la puerta a las aspiraciones del dirigente del Partido por la Libertad (PVV). Pieter Omtzigt, jefe de NSC, aduce la mala situación de las finanzas públicas para la próxima legislatura como motivo para dar un paso atrás en la mesa de diálogo. Su gesto está relacionado con una reducción del déficit de unos 17.000 millones de euros para 2028 —de un presupuesto nacional de 400.000 millones— recomendada por expertos del Ministerio de Finanzas. La cifra apareció durante los comicios del pasado noviembre, pero se han ido añadiendo costes. Omtzigt no quiere hacer falsas promesas al electorado en cuestiones económicas, según ha dicho. De todos modos, en estos momentos, el candidato del NSC no descarta apoyar “de alguna manera” a un posible Ejecutivo en minoría.
Las conversaciones no eran fáciles, en especial por las dudas de Omtzigt respecto a la voluntad de Wilders —que ha retirado su propuesta de prohibir el Corán y cerrar mezquitas— de respetar el imperio de la ley y la Constitución. En la noche de este martes, sin embargo, finalmente se levantó de la mesa alegando que “no se pueden hacer promesas vacías” a los ciudadanos. Se refería al estado de las cuentas reveladas por los distintos ministerios, una información confidencial recibida por las cuatro formaciones que pretenden cerrar un pacto gubernamental: a los 37 escaños del PVV, se sumarían los 20 de NSC, los 24 del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) y los siete del Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB). Entre los cuatro buscaban un acuerdo para un Gobierno de centroderecha con mayoría del PVV, ganador de los comicios de noviembre para un Parlamento de 150 diputados.
Wilders ha expresado su “asombro y decepción” ante lo ocurrido, porque, según ha afirmado, “el país quiere este Gobierno y Omtizgt tira la toalla” en plenas discusiones. “No lo entiendo”, ha aseverado el veterano líder de extrema derecha. Este miércoles por la noche estaban convocados los cuatro grupos que esperan formar el Ejecutivo, pero Omtzigt ya había avanzado que no acudiría a la cita. En su lugar, un emisario suyo ha entregado en nombre de la formación una carta, de la que no han trascendido detalles, explicando los motivos de su retirada de esta fase de las negociaciones. Omtzigt no se cierra, en todo caso, a una nueva ronda negociadora. Tampoco oculta su preferencia por un posible Ejecutivo en minoría, o bien “otro tipo de coalición” a la que podría prestar “un apoyo externo”.
En los pactos de coalición las puertas no suelen sellarse, y mucho menos en Países Bajos. Si bien en estos momentos no hay hoja de ruta clara, la próxima semana se celebrará un debate parlamentario sobre la formación de Gobierno, probablemente el miércoles, y se verá qué partidos desean seguir adelante con la negociación. También podría dar un paso al frente Frans Timmermans, exvicepresidente de la Comisión Europea. Lidera la coalición entre socialdemócratas y ecologistas (GroenLinks-PvdA) que quedó segunda en los comicios de noviembre con 25 escaños. Convocar nuevas elecciones sin haber logrado al menos que un nuevo Ejecutivo ejerza, aunque sea por poco tiempo, sería una novedad.
En una carta remitida a su propia formación, Omtzigt dice que “la seguridad [por la que deben velar los poderes públicos] no se consigue levantando castillos en el aire”. El político, que fue diputado democristiano durante 18 años, ha lamentado haber recibido las notas con los presupuestos financieros ministeriales este martes por la noche. Le parece que el horizonte económico que perfilan “es peor de lo esperado” y deberían haberlo sabido antes. De todos modos, Omtzigt ha dudado desde el principio de la voluntad del PVV de aceptar algunas leyes, en particular, la que obliga a los municipios holandeses a repartirse de forma equitativa a los solicitantes de asilo, recién aprobada.
Ronald Plasterk, que supervisa las negociaciones, afirma que las cartas ministeriales de la discordia han sido distribuidas a tiempo, y tilda la situación actual de “confusa”. Plasterk fue ministro socialdemócrata de Educación y de Interior en diferentes Gabinetes entre 2007 y 2012. Los otros tres partidos han mostrado su sorpresa, y también su rechazo, por la actitud de Omtzigt. Por el BBB, Caroline van der Plas recalca que “las conversaciones eran constructivas y en buen ambiente; esto es asombroso”, ha escrito en su cuenta de X, antes Twitter. Dilan Yesilgöz, cabeza del VVD, ha abogado por sentarse de nuevo y “ver qué está pasando”. Timmermans, por su parte, cree que “ninguno de los cuatro partidos quiere ser acusado de entorpecer las cosas, y esto es lo que pasa”.
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