El papa Francisco suele dedicar el día de Navidad, una de las fiestas más importantes del cristianismo, a repasar las heridas del mundo. En su discurso desde la logia central de la basílica de San Pedro, antes de impartir la bendición Urbi et Orbi, el Pontífice argentino ha reflexionado sobre las guerras y las crisis abiertas en todo el planeta, en un tono especialmente crítico. Entre otras cosas, Bergoglio se ha detenido particularmente en el conflicto árabe-israelí que “sacude la vida de las poblaciones” de Israel y Palestina. “Abrazo a ambas, en particular a las comunidades cristianas de Gaza y de toda Tierra Santa”, ha dicho Francisco. Este día de Navidad el Papa ha reclamado “que no se siga alimentando la violencia y el odio” y apelado a la “voluntad política” y al apoyo de la comunidad internacional para alcanzar “una solución a la cuestión palestina, por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes”.
“La mirada y el corazón de los cristianos de todo el mundo se dirigen hacia Belén, donde en estos días reinan dolor y silencio”, ha agregado. Después ha pedido el cese de las acciones militares, la liberación de los rehenes y que se permita la entrada de ayuda humanitaria a Gaza. “Llevo en el corazón el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre y renuevo un llamamiento apremiante para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes. Suplico que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda”, ha señalado el Pontífice.
Francisco ha demandado reiteradamente el final de la guerra mientras intentaba mantener la neutralidad diplomática habitual del Vaticano en los conflictos. Aunque ha habido momentos de tensión y sus llamamientos no siempre han sido bien acogidos por alguna de las partes. En noviembre, el Pontífice se reunió por separado con familiares de algunos rehenes israelíes en Gaza y con palestinos que tienen familia en Gaza y que, de alguna manera, se han visto afectados por la guerra.
La reunión terminó con polémica. Los miembros de la delegación palestina dijeron que el Pontífice había hablado de “genocidio”, aunque posteriormente el Vaticano desmintió que el Papa hubiera usado esa palabra. Los parientes de los israelíes cuestionaron que el Papa hubiera empleado el término “terrorismo” sin precisar quién lo había cometido. Los rabinos italianos también cargaron contra el Pontífice por haber acusado públicamente, en su opinión, a ambas partes del conflicto de “terrorismo”. El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, respondió que “el Papa quiere estar cerca de los sufrimientos de todos” y aseguró que la Santa Sede “no ha pasado por alto” la condena a Hamás por su ataque del 7 de octubre a Israel, pero tampoco “se puede ignorar lo que está sucediendo en el otro lado”, en alusión a la ofensiva israelí en la franja de Gaza.
Este día de Navidad, Francisco ha vuelto a clamar contra las guerras, “un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas” y lanzado en su discurso un alegato contra el comercio de armamento. “Para decir no a la guerra es necesario decir no a las armas. Porque si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará. ¿Y cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan?”, ha dicho Bergoglio. También ha criticado que los fondos públicos que se destinan a la compra de equipos militares. “La gente, que no quiere armas sino pan, que le cuesta seguir adelante y pide paz, ignora cuántos fondos públicos se destinan a los armamentos. ¡Y, sin embargo, deberían saberlo! Que se hable sobre esto, que se escriba sobre esto, para que se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras”, ha apuntado el Papa.
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También ha pedido paz para Ucrania, sumida en la guerra desde la invasión de Rusia en febrero de 2022 y donde este año los cristianos ortodoxos han vuelto a celebrar la Navidad el 25 de diciembre en lugar del 7 de enero, para romper con la tradición impuesta por Moscú en la época de la Unión Soviética y escenificar un acercamiento a Occidente. “Con los ojos fijos en el Niño Jesús imploro la paz para Ucrania. Renovemos nuestra cercanía espiritual y humana a su martirizado pueblo, para que a través del sostén de cada uno de nosotros sienta el amor de Dios en lo concreto”, ha señalado Francisco.
Francisco ha repasado además otros conflictos abiertos en el mundo y rezado por “la población de la martirizada Siria, como también por la de Yemen, que sigue sufriendo”, así como por el pueblo libanés “para que pueda recuperar pronto la estabilidad política y social”.
El Papa también ha implorado “que llegue el día de la paz definitiva entre Armenia y Azerbaiyán”, cuyo enfrentamiento ha obligado a más de 100.000 personas de etnia armenia de Nagorno Karabaj a huir de sus hogares desde el pasado septiembre, tras la rápida escalada del conflicto que enfrenta a los dos países por el control de este enclave del Cáucaso desde hace tres décadas, en las que las hostilidades han dejado unos 40.000 muertos. Francisco ha reclamado a su vez “la prosecución de las iniciativas humanitarias, el regreso de los desplazados a sus hogares de manera legal y segura, y el respeto mutuo de las tradiciones religiosas y de los lugares de culto de cada comunidad”.
El papa ha evocado también “las tensiones y los conflictos que perturban a las regiones del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, como también a Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur”.
Francisco ha pedido además “que se consoliden los vínculos fraternos en la península coreana, abriendo vías de diálogo y reconciliación que puedan crear las condiciones para una paz duradera”. Luego ha recordado al continente americano, aunque sin mencionar a ningún país en concreto. “El Hijo de Dios, que se hizo un Niño humilde, inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, para hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones”, ha dicho el Pontífice argentino.
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