Netanyahu aleja la posibilidad de un alto el fuego en la guerra de Gaza | Internacional

Las exigencias de las partes en conflicto, Israel y Hamás, complican el acuerdo de alto el fuego que los países mediadores (Estados Unidos, Qatar y Egipto) llevan semanas tratando de amarrar. En este momento, las diferencias entre ambas partes son insalvables. Ajeno a las presiones internas y externas, de las familias de los rehenes o de su más directo aliado, EE UU, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, insistió este domingo en que no aceptará un acuerdo a “cualquier precio”. Se refiere, entre otras, a la petición de liberar miles de presos palestinos de cárceles israelíes o de aflojar la presión militar. Mientras, Hamás sigue sin responder oficialmente, aunque algunos medios han citado que no cederá si no hay un final de las operaciones militares y una retirada de las tropas invasoras de Gaza. Ese alejamiento de las posturas impulsa el avance de la guerra en la Franja, donde han muerto más de 27.000 personas y unos dos millones son víctimas del bloqueo casi total a la entrada de ayuda humanitaria.

El primer ministro israelí recalcó que su prioridad es golpear y acabar con Hamás, pese a que “los esfuerzos para liberar a los rehenes continúan en todo momento”, según unas declaraciones facilitadas por su oficina. Netanyahu también reaccionó a los comentarios e informaciones que se publican en torno a un posible acuerdo para poner coto a las hostilidades. “No aceptaremos todos los acuerdos y no a cualquier precio”. “Se dicen muchas cosas en los medios de comunicación, como si las hubiéramos aceptado, como por ejemplo en lo que respecta a la liberación de terroristas. Sencillamente, no las aceptaremos”, añadió. La división es patente también en el seno del gabinete ministerial, donde el ala dura encabezada por ultranacionalistas se opone a cualquier concesión a la población de Gaza frente al criterio de los centristas y algunos generales del ejército, según fuentes de Reuters.

Se cumple una semana desde que París acogiera una reunión de alto nivel en la que Israel y los países negociadores perfilaron un posible cese de hostilidades de entre uno y dos meses. Abriría la puerta a un nuevo canje de rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre por prisioneros palestinos. Asimismo, se facilitaría un mayor flujo de ayuda humanitaria a Gaza. Hamás, ausente de ese encuentro, no ha contestado al plan establecido.

Las posiciones enrocadas de unos y otros no han permitido un acercamiento hacia el alto el fuego. Los islamistas palestinos demandan una retirada total de las tropas y la liberación de miles de presos. Netanyahu, por su parte, no deja de insistir en que no cederá a esas peticiones y no piensa retirar a las tropas ocupantes ni abrirá de manera masiva sus prisiones. El nivel de exigencia para los canjes, según Israel, quedó fijado en el anterior alto el fuego, a finales de noviembre, cuando la ratio fue de un secuestrado en la Franja por cada tres prisioneros palestinos.

Los islamistas pretenden que el listón quede más cerca del famoso intercambio de hace casi dos décadas del soldado israelí Guilad Shalit, liberado por más de 1.100 palestinos, entre ellos el actual jefe de Hamás en Gaza, Yahia Sinwar. El nombre del preso palestino más famoso, Marwan Barguti, ha saltado a la palestra como una de las posibles exigencias de los islamistas. Eterno candidato a presidente, Barguti lleva más de dos décadas entre rejas y cumple cinco cadenas perpetuas.

Varios miles de personas volvieron a salir a la calle en Tel Aviv en distintos actos y marchas el sábado por la noche para mostrar sus diferencias con la gestión que el Gobierno está llevando a cabo de la guerra. Las familias de los más de cien rehenes que permanecen en Gaza siguen exigiendo que su liberación sea una prioridad. Otro grupo pide directamente la salida del poder del primer ministro. Y otros, los menos, reclaman el fin de la guerra y que la vida de los palestinos sea tenida en cuenta y valga lo mismo que la de los israelíes.

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Sin responderles directamente, Netanyahu aprovechó la reunión gubernamental del domingo en esa ciudad para remarcar, una vez más, cuál es su prioridad. “Me gustaría aclarar nuestra política: el objetivo esencial es, en primer lugar, eliminar a Hamás”, señalaron desde su oficina. Con cierto optimismo, el mandatario aseguró que ya han acabado con 17 de los 24 batallones del grupo armado islamista. Los que quedan, añadió, se encuentran en el sur de Gaza, incluso en Rafah, la zona fronteriza con Egipto donde se agolpa más de un millón de desplazados golpeados por los ataques y por la crisis humanitaria. Pese a todo, el primer ministro se mostró decidido a llevar su operación militar hasta allí.

“Cada ataque aéreo en Gaza nos acerca a lograr nuestros objetivos y a traer de vuelta a los rehenes”, comentó por su parte el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en una visita a una base militar, informa el diario Haaretz. “La presión sobre Hamás está funcionando, están en malas condiciones y los estamos golpeando”. Este mismo domingo el ejército informó de que asaltaron en Jan Yunis (sur de Gaza), centro de sus operaciones desde hace semanas, la oficina de Mohamed Sinwar, hermano del líder, ubicada en uno de los lugares empleados para entrenar a los responsables del ataque del pasado 7 de octubre, cuando fueron asesinadas 1.200 personas en Israel, según las autoridades de ese país.

La respuesta militar a ese ataque ha causado ya la muerte a más de 27.000 palestinos en la Franja, la inmensa mayoría mujeres y niños, según fuentes del gobierno local, que controlan los islamistas. Aviones militares de Jordania y Países Bajos lanzaron este domingo ayuda humanitaria desde el aire con paracaídas sobre el enclave palestino, según medios del país árabe.

Mientras, la escalada regional no se detiene y en las últimas horas Estados Unidos ha seguido liderando ataques contra grupos próximos a Irán. Esta vez, tras los llevados a cabo en Irak y Siria, el objetivo ha sido la milicia Huthí en territorio yemení. Washington, que no ha dado el paso de atacar directamente Irán, aunque sí a milicias que están bajo su tutela y apoyo, insiste en que este no será el último ataque en represalia, principalmente, por la muerte de tres de sus militares en un ataque con dron en el norte de Jordania el martes.

Los hutíes, apoyados por Teherán, llevan semanas atacando el tráfico de buques en el mar Rojo. Es su forma de protestar por la guerra en Gaza. Este mismo domingo su portavoz, Mohamed Abdulsalam, respondió que seguirán con esa estrategia pese a los ataques y que no será sencillo para Occidente acabar con sus capacidades militares, informa Reuters.

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By Alberto Ramos

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