La UE está dispuesta a activar los mecanismos necesarios para sostener económicamente a Ucrania sin Hungría si el primer ministro Viktor Orbán mantiene su bloqueo a la ayuda. Bruselas está seriamente preocupada por la situación en el país invadido por Rusia. Los últimos ataques a gran escala, las pequeñas ganancias de terreno de las tropas del Kremlin y los problemas de munición de Kiev, unidos a las dificultades económicas ucranias, muestran que el apoyo europeo es crucial cuando además flaquea la ayuda de Estados Unidos. Pero Hungría, para disgusto del resto de los socios, mantiene el veto al salvavidas financiero de 50.000 millones de euros dentro de una revisión más amplia del presupuesto para varios años de la Unión, que Bruselas quiere lanzar para mantener a flote a Ucrania.
La promesa es que Kiev reciba fondos sí o sí y de forma urgente. Así que, ante la perspectiva de que Orbán mantenga su veto en la decisiva reunión de líderes de este jueves, la UE se prepara para activar un plan B y lograr un mecanismo de apoyo sin Hungría. Esta opción sería una solución de emergencia, solo para este año. De forma paralela, los líderes tratan de que Budapest acepte concesiones mínimas de última hora y salvar así un acuerdo que permita salir adelante con el plan A.
Hay varios mecanismos para poner en marcha ese plan alternativo ―a través de préstamos para Ucrania dentro del presupuesto comunitario y con el sostén y las contribuciones bilaterales de los otros 26 Estados miembros― para que Kiev tenga liquidez este año. Sin embargo, esta opción no es la ideal. Para llevarla a cabo solo haría falta la aprobación de una mayoría de los socios y no la unanimidad, como se requiere para el salvavidas financiero dentro del marco presupuestario plurianual y que Budapest bloquea desde diciembre.
Para tratar de salvar un acuerdo sobre ese plan original de 50.000 millones euros (para cuatro años) en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de este jueves —dedicada a Ucrania y a esa revisión del marco financiero plurianual que Budapest bloqueó en diciembre—; Bruselas ha ofrecido una pequeña cesión a Orbán: una revisión anual de la ayuda para Kiev, pero sin poder de veto. “El Consejo Europeo celebrará un debate cada año sobre la implementación del mecanismo”, dice el borrador de las conclusiones de la cumbre de líderes al que ha tenido acceso EL PAÍS. Conversaciones “para proporcionar orientación sobre el enfoque de la UE”.
Bandazos de Orbán
Dentro de los bandazos que ha ido dando Orbán, uno de los elementos que había reclamado es la revisión anual de la ayuda para poder exhibir el músculo de su veto. La opción que los líderes debatirán este jueves en Bruselas podría dar al húngaro la opción de venderlo en casa —donde mantiene su retórica inflamada contra Ucrania y contra “los burócratas de Bruselas”— como una concesión o incluso como una pequeña victoria.
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El acuerdo sobre el salvavidas de 50.000 millones de euros (33.000 millones en préstamos y 17.000 millones en subvenciones), que forma parte de una propuesta más amplia, que incluye que los Estados miembros aporten nuevos fondos a las arcas comunes para programas de competitividad y para gestión de la inmigración, sin embargo, no está en absoluto garantizado, advierten fuentes comunitarias.
Orbán llega a la cumbre de este jueves más aislado que nunca. La frustración del resto de los líderes es enorme. Muchos, para los que el apoyo de la UE a Ucrania es un tema existencial, han perdido la paciencia y hablan ya de consecuencias para Hungría. “No es solo una situación muy grave para Ucrania, sino también para la reputación de la UE”, advierte una diplomática. “Rusia se estará frotando las manos porque habrá logrado una grieta, una división. Aunque se visibilice que son todos los Estados miembros contra Hungría”, añade.
Con el cambio de Gobierno en Polonia, el primer ministro populista húngaro ya no cuenta con el apoyo del que había sido su aliado, otro país que había sido gobernado por los ultraconservadores, pero que ahora lidera el liberal Donald Tusk. Tampoco Eslovaquia, liderada por el recién llegado Robert Fico, se ha puesto de su lado. Por primera vez, varios socios han puesto sobre la mesa que se abra el debate de activación del artículo 7, que podría privar de los derechos al voto a Hungría. Pero ese botón nuclear solo puede activarse para asuntos relacionados con las vulneraciones del Estado de derecho (por las que el socio díscolo del Este tiene bloqueados 21.000 millones de euros en fondos europeos).
De momento, todavía no se ha alcanzado ese punto, remarcan fuentes comunitarias, aunque las presiones a Hungría son cada vez mayores. Para lanzar el procedimiento y activar ese botón nuclear haría falta una mayoría importante de Estados miembros. Rematarlo necesitaría la unanimidad.
Más munición para Ucrania
Los 50.000 millones de euros del salvavidas financiero que la UE busca inyectar en Ucrania evitarían el colapso del país, que lleva casi dos años resistiendo la agresión rusa. También evitaría que Kiev deje de pagar sueldos a sus funcionarios y recorte pensiones para seguir alimentando el presupuesto de defensa. A la vez, con una importante carencia de material y de munición en los frentes de batalla, donde las tropas están a dieta de proyectiles, la UE está tratando de impulsar la capacidad industrial y reconducir los acuerdos con los fabricantes para que prioricen los envíos a Ucrania.
El año pasado, la UE se comprometió a enviar un millón de rondas de proyectiles a Ucrania hasta marzo de 2024, pero no ha cumplido el objetivo. Por ahora, el país invadido solo ha recibido un tercio de lo prometido. En marzo se alcanzará el 52% de lo comprometido, ha detallado el alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Josep Borrell, en Bruselas, donde los ministros de Defensa de la Unión han debatido sobre la creación de un nuevo fondo para armas para Ucrania, dotado el primer año con 5.000 millones de euros, como adelantó EL PAÍS.
“Ucrania necesita más apoyo y ese es el mensaje que se transmite a los Estados miembros: hay que hacer más y más rápido porque en primera línea la batalla es feroz”, ha dicho Borrell, que ha asegurado que la capacidad de las empresas en Europa para producir proyectiles ha aumentado un 40% desde el inicio de la guerra.
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