La rectora de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, ha presentado su dimisión este martes, apenas seis meses después de la llegada al cargo, tras una dura polémica en torno al antisemitismo en este campus y el de otros centros de estudio de élite estadounidenses, y después de que surgieran acusaciones de plagio en sus obras académicas. Su mandato como la primera rectora negra de esta institución ha sido el más breve en la historia de esta universidad.
“Tras consultas con los miembros de la Corporación (el máximo órgano de gobierno al frente de Harvard) ha quedado claro que lo más conveniente para los intereses de Harvard es que yo dimita, de modo que nuestra comunidad pueda gestionar estos momentos de desafío extraordinario centrándose en la institución, y no en un individuo en particular”, ha indicado la rectora en un correo electrónico a los estudiantes y cuerpo académico.
En su mensaje, Gay denuncia haber sido víctima de ataques personales y amenazas racistas tras su comparecencia en una audiencia del Congreso el pasado 5 de diciembre, tras la que fue acusada de no haberse manifestado de modo lo suficientemente duro contra el supuesto antisemitismo surgido en los campus a raíz de los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre y la cruenta ofensiva israelí en Gaza en respuesta a ese golpe. “Ha sido doloroso que se haya puesto en duda mi compromiso tanto contra el odio como para hacer valer el rigor académico ―dos valores básicos fundamentales para la persona que soy―, y atemorizador el haber sido sujeta a ataques personales y amenazas alimentadas por una intención racial”.
Dimitir “no ha sido una decisión que haya tomado a la ligera”, ha asegurado. “Mi profundo sentimiento de conexión con Harvard y su gente ha hecho especialmente doloroso el ser testigo de las tensiones y divisiones que han dominado nuestra comunidad en los últimos meses, y debilitado los lazos de confianza y reciprocidad que deberían ser fuentes de fortaleza y apoyo en momentos de crisis”.
Su mandato ha sido el más corto en la historia de la institución. Gay había llegado al cargo en julio pasado. Hija de una familia de inmigrantes haitianos, consiguió abrirse camino en el exclusivo mundo de las universidades de élite y convertirse en la primera rectora negra de Harvard, uno de los centros de enseñanza de más renombre del mundo. Hasta entonces catedrática de Ciencia Política en Stanford, su nombramiento se alabó como un hito contra el racismo y la desigualdad.
Pese a la brevedad, su mandato ha estado rodeado de polémica. Una polémica que enlaza de lleno con las guerras culturales en Estados Unidos entre republicanos y demócratas, y que alcanzó su paroxismo durante la comparecencia de Gay y las rectoras del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Pensilvania, en una audiencia en el Congreso de EE UU para tratar sobre el antisemitismo en los campus estadounidenses, el pasado 5 de diciembre. Entonces, la congresista republicana Elise Stefanik ―antigua alumna de Harvard, y a la que esta universidad había expulsado de un comité asesor por su apoyo a las afirmaciones falsas de Donald Trump sobre fraude electoral en los comicios de 2020― exigió a las tres rectoras que se pronunciaran sobre si castigarían a los estudiantes que llamaran al genocidio contra los judíos.
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Las tres evitaron responder con un “sí” o un “no” tajante y trataron de expresar que la reacción dependería del contexto. Una actitud que les valió acusaciones de comportarse de manera esquiva y llamamientos a la dimisión. La propia Casa Blanca criticó las respuestas de las académicas. “Es increíble que haya que decirlo: los llamamientos al genocidio son monstruosos y contrarios a todo lo que representamos como país”, sostenía su portavoz adjunto, Andrew Bates. La rectora de la Universidad de Pensilvania, Elizabeth Maguill, presentó su renuncia a los pocos días.
La Corporación de Harvard había declarado, no obstante, su apoyo unánime a Gay tras “extensas deliberaciones” después de la desastrosa audiencia en el Congreso. Las tres rectoras habían aducido que su respuesta había tratado de equilibrar la condena al antisemitismo con la defensa de la libertad de expresión.
Tras aquella comparecencia, la comisión de Educación de la Cámara de Representantes, bajo control republicano, anunció una investigación sobre el antisemitismo en Harvard. Casi de inmediato reveló que había ampliado la pesquisa para examinar también denuncias sobre el supuesto plagio de Gay en cuatro de sus obras académicas a lo largo de un cuarto de siglo, incluida su tesis doctoral.
La comisión había solicitado una serie de documentación a la universidad, aunque había ampliado el plazo para recibirla dado que el centro de estudios se encuentra en plenas vacaciones. La Corporación de Harvard había admitido que los trabajos de Gay contenían “lenguaje duplicativo sin una atribución apropiada” y la rectora había incorporado siete precisiones a los escritos bajo sospecha.
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